El Teatro Flores, en Buenos Aires, ganó calor. Una campaña hecha a pulmón y a puro empuje logró poner sobre las tierras de plata después de 13 años a una banda tan de culto como imprescindible. En la mesa de los próceres del punk se sientan pocos. Ramones, Sex Pistols y The Clash, seguro. Alguno sumará a Iggy Pop, otro hablará de Siouxsie. Pero los que iniciaron este juego como tal son los de "The Damned". ¿Qué es el punk como tal? Un movimiento estético, cultural y político que alcanzó su auge en la segunda mitad de los 70, con Londres y Nueva York como epicentros. Hubo quienes abrieron caminos, claro: The Stooges, MC5, y The Velvet Underground, por ejemplo. Hasta Los Saicos hicieron lo suyo, dirán los heterodoxos. Pero fueron experiencias diseminadas, sin la potencia de la comunión. The Damned, entonces, marcó triple check: primera gira, primer single y primer disco del género. Soberbias armas para la banda inglesa, que encontró en la música el escape a una sociedad gris y pacata, sin futuro ni oportunidades para la juventud (¿suena familiar?).

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