El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, llegó a Groenlandia en medio de tensiones sobre su soberanía. La visita a la base militar en Pituffik se ve como una provocación, tras las amenazas de Trump sobre la posesión de la isla. Dinamarca y Groenlandia rechazan las pretensiones de Washington, interpretando la visita como una demostración de fuerza. Este viaje ocurre en un contexto delicado, luego de las declaraciones de Trump sobre la necesidad de que Estados Unidos tome control de Groenlandia. La visita fue interpretada como una reafirmación de la postura estadounidense en la región, provocando fuertes respuestas de Dinamarca y Groenlandia. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, calificó la presión como “inaceptable”, y el primer ministro groenlandés, Jens Frederik Nielsen, destacó que no se trataba de un gesto de respeto hacia su país, especialmente en medio de la transición política en Groenlandia.

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