Los griegos veían al cuerpo humano no solo como una entidad física, sino como un reflejo de lo divino y lo perfecto, héroes de la mitología, como Hércules y Aquiles, eran vistos como seres que combinaban lo humano y lo divino. Sus cuerpos eran considerados sagrados debido a su conexión con los dioses.
Los simples mortales modernos ¿Tenemos alguna conexión con Dios?
Según la Biblia, el cuerpo humano es una creación divina y una manifestación física de la imagen de Dios. Se dice que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27).
Esto implicaría que el cuerpo humano, tiene un valor intrínsecamente divino “el cuerpo, es el templo del Espíritu Santo”, convirtiéndolo así en una morada sagrada.
La ciencia sostiene que somos el resultado de la evolución de diversas ramas de primates. Sin embargo, desafiando esta perspectiva establecida, los invito a reflexionar sobre la posibilidad de que seamos el reflejo de un ser superior. Al igual que los semidioses de la antigüedad, podríamos compartir un origen divino.
Según el relato bíblico en Éxodo 3:141, Moisés le pregunta a Dios por su nombre y él le responde:
“YO SOY EL QUE SOY” (Ehyeh Asher Ehyeh)
Esta respuesta traducida al hebreo seria, יהוה (YHVH) palabra de cuatro letras sin vocales, conocida como el Tetragrámatron que se pronuncia con el sonido Yahvéh
En un giro de nuestra historia, el nombre YHVH adquiere un significado aún más íntimo y esperanzador, creando una sincronicidad fantástica.
Poncio Pilato, el gobernador romano que presidió el juicio de Jesús, mando a escribir un letrero que fue colocado sobre la cruz del nazareno durante su crucifixión.
El mismo estaba escrito en hebreo, latín y griego.
el cartel decía: “Jesús de Nazaret Rey de los Judíos”
Jesús De Nazaret Rey de los Judíos
Yeshua Hanetzarin Vemelej Hayejudim
Y H V H
El nombre, que Dios reveló a Moisés aproximadamente 1,500 años antes del nacimiento de Cristo, aparecía nuevamente encriptado en la primera letra de cada palabra en hebreo de este epígrafe!!
En esta red compleja de mensajes ocultos, y acertijos incrustados en crucigramas celestiales, todavía nos queda un enigma por resolver.
En 1962 James Dewey Watson y Francis Crick, alcanzaron la fama mundial al descubrir, la estructura del ADN, recibiendo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.
Ellos describieron los puentes de sulfuros o disulfuros que actuaban como unión entre las proteínas que forman el ADN. La existencia misma del ADN dependía de estos puentes, evitando así su disgregación.
En 1980 el rabino y científico Yeshayahu Rubinstein llevaba a cabo investigaciones sobre el ADN en el prestigioso Instituto Weizmann de ciencias.
En sus investigaciones, de forma inesperada encuentra lo que parecía ser, una secuencia en la repetición de estos puentes de sulfuros.
La aparición se daba: cada 10 ácidos un puente, cada 5 ácidos un puente, cada 6 ácidos un puente y por ultimo cada 5 ácidos un puente, esta secuencia se repetía a lo largo de todas las espirales de ADN estudiadas.
El Dr. Rubinstein se maravilló al darse cuenta de lo que había descifrado, la secuencia daba los números:
10-5-6-5.
La gematría o guematría es una técnica de interpretación lingüística, que asigna valores numéricos a las letras del alfabeto hebreo.
Su origen se remonta a las antiguas culturas asiria, babilónica y griega. Pero fue en la cultura judía donde la gematría adquirió una mayor profundidad y se integró en la Cábala.
A los fines prácticos, solo asociare los números de la secuencia encontrada por el rabino, con las letras asignadas para esos números en la gematría .
El resultado es una palabra que en sí misma, representa la firma indeleble de la obra de Dios en nuestro ADN.
Y H V H
10 5 6 5
La línea entre el avance científico y la manipulación genética irresponsable se vuelve cada vez más difusa, rumores oscuros sobre vacunas y tratamientos genéticos que podrían cambiar la esencia de la humanidad, se esparcen como el fuego, dejando a la humanidad en un delicado equilibrio entre la salvación y la perdición.
El mal siempre nos acecha, en esta lucha eterna entre el cielo y el infierno. Quizás, la modificación genética sea el arma final, para quitarnos nuestra conexión divina.
Instaurando una era, en donde la secuencia del ADN cambie a 6 6 6 . . .
Autor: Juan Pablo Quintanal
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