La presidenta peruana, Dina Boluarte, inició el último año de su mandato con una aprobación que alcanza apenas el 3%, en un país que desconfía cada vez más de su clase política a nueve meses de las elecciones presidenciales de abril de 2026.
El discurso pronunciado por la impopular mandataria el lunes, en su último mensaje a la Nación, ante un Congreso semivacío, refleja más que nunca el rechazo que genera Boluarte entre los peruanos.
No es algo nuevo. A lo largo de su mandato, iniciado el 7 de diciembre de 2022 tras la destitución del izquierdista Pedro Castillo, el gobierno de Boluarte enfrentó numerosos escándalos, investigaciones y violentas protestas que causaron decenas de muertos tras la caída del exmandatario socialista.
En los últimos dos años, fue investigada por la posesión de varios relojes de lujo Rolex y una pulsera de brillantes incompatibles con su patrimonio declarado y por ausentarse sin aviso de la presidencia. El motivo fue una serie de cirugías estéticas a las que se sometió y que incluyeron una rinoplastia, el retiro de bolsas de grasa bajo los ojos, relleno facial y la colocación de hilos tensores para rejuvenecimiento de su rostro.
Pero eso no fue todo. Este mes aumentó su sueldo un 125%. En un país donde 9,3 millones de personas son pobres (el 27,6% de la población según el último informe oficial) y crece la extorsión y el sicariato, pasará a cobrar 10.000 dólares mensuales.
