En el marco del Milagro de los Enfermos, monseñor Mario Antonio Cargnello ofreció una profunda reflexión sobre el sufrimiento humano y la necesidad de acompañar a quienes atraviesan situaciones de enfermedad.
“La enfermedad para el que la padece es dolor, sufrimiento, abandono, tristeza. Pero también es escuela”, señaló el arzobispo, y destacó que muchas veces los enfermos transmiten enseñanzas de vida: “He aprendido de ellos. Uno a veces piensa qué palabra de consuelo dar, y al final es el enfermo quien lo consuela a uno”.
Cargnello recordó el testimonio de una mujer que, a pesar de su enfermedad pulmonar, encontraba motivos de gratitud: “Me decía que estaba contenta porque había logrado ubicarse de tal manera que respiraba mejor y por eso le agradecía a Dios”.
Frente a esta realidad, instó a la comunidad a ser solidaria: “Compartir el júbilo con los enfermos es comprometernos a no mirar para otro lado cuando tenemos un enfermo en la familia, a no abandonar a los ancianos”.
Finalmente, resaltó la importancia de los gestos simples: “Cuando uno visita los hospitales es admirable ver personas que los escuchan, los respetan y les hacen sentir que no están solos. Eso es jubileo para los enfermos”.